Un cachete no es la solución

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“Visto en la calle” es una categoría del blog que pretende analizar situaciones reales en las que la interacción entre padres e hijos no ha sido la más adecuada y ofrecer alternativas que nos puedan resultar útiles. No es un juicio a sus actuaciones, sino una forma de ejemplificar situaciones cotidianas de las que podemos aprender y mejorar la relación con nuestros hijos.

La semana pasada presencié una de esas situaciones que me siguen dejando perpleja:

  • Salida del colegio. Una mamá recoge a su hijo del cole con un buen bofetón y reprendiéndole  a gritos por haber manchado la ropa que estrenaba ese día.

Pocos días más tarde, en el autobús, escuché  la siguiente conversación:

  • A:”Tu sobrino es un consentido”
  • B:”Es que mi hermana es muy de respetarlo, de utilizar la psicología con ellos, que los tiempos han cambiado…”
  • A: “¿Psicología? ¡La psicología de la zapatilla aplicaría yo con ese niño!
  • B: “Ay, pobres…”
  • A: “¿Pobres? Que no es hacerles daño, solo les estas corrigiendo”

Me acordé inmediatamente de la escena del colegio y ese “solo les estas corrigiendo” retumbó en mi cabeza.

¿En serio dar un bofetón es una manera aceptable de corregir a un niño?  ¿Si ese bofetón nos lo diera nuestro jefe para corregirnos cuando hacemos algo mal en el trabajo lo aceptaríamos?

Lo de la mamá a la salida del colegio también me chocó bastante, el reencuentro después de siete horas en el cole no fue muy emotivo y la causa muy fácil de evitar, los niños deben ir cómodos y con ropa con la que puedan jugar libremente sin preocuparse por si se va a estropear.

Pero vamos a lo importante, a la “psicología de la zapatilla” que decía la señora del autobús. Al bofetón cómo herramienta para educar a nuestros hijos.

¿Por qué un cachete no es la solución?

 

  • Un cachete duele, física o emocionalmente, pero duele. El que lo da normalmente argumenta que no hay que exagerar, que no está haciendo daño a su hijo, que a él/ella también le dieron alguno de pequeño y no pasó nada… Sin embargo es muy probable que recuerden los momentos exactos en los que el bofetón tuvo lugar y cómo se sintieron. Esto ya da que pensar.
  • Asusta a tu hijo. Desencadena en él la reacción del miedo bloqueando cualquier capacidad de razonar sobre lo que ha ocurrido. Todo lo que le intentes explicar y enseñar en ese momento es inútil, su cerebro no puede procesar esa información porque está en estado de alerta, por lo que no vas  a enseñarle lo que pretendes.
  • Debilita tu relación de afecto y confianza con él. Si puedes hacerle daño una vez puedes hacerlo otras veces.
  • Aceptación de comportamientos agresivos. La enseñanza más inmediata de ese cachete es que pegar es una estrategia válida. Si tu le pegas, aprenderá que pegar es una manera de solucionar las cosas.
  • Debilita su autoestima: Recibir una bofetada es un acto humillante. A un niño humillado por sus propios padres le resultará más difícil desarrollar confianza en sí mismo.

 

Si ya le has dado un cachete…

 

  • Pide perdón a tu hijo. Parece que está prohibido pedirles perdón, que nos desautoriza o nos hace vulnerables, pero pedir perdón a nuestros hijos cuando nos equivocamos y más cuando les hemos hecho daño es una enseñanza muy valiosa. Puedes explicarle que te has equivocado, por qué has actuado así (estabas muy nervioso…), cómo te sientes después de lo que ha pasado y que vas a intentar que no vuelva a pasar porque pegar no es una buena manera de solucionar las cosas y menos con la persona a la que más quieres.
  • El hecho de que le des un cachete a tu hijo implica una pérdida de control por tu parte (por cansancio, falta de otras estrategias, estrés…) Intenta averiguar qué te lleva a actuar de esa manera y buscar soluciones. Si no lo consigues, estaré encantada de ayudarte.
  • Un truco cuando contar hasta diez ya no te funciona es salir de la habitación en la que os encontreis, dar unos cuantos saltos para liberar la rabia que tienes en ese momento o incluso “estrujar” con fuerza un cojín. Respirar hondo, y cuando sientas que te has calmado un poco volver y explicar a tu hijo lo que quisieras decirle.
  • No te castigues. Somos padres, no somos perfectos y cometemos errores. Si te has equivocado un día, al siguiente tienes una nueva oportunidad para hacerlo mejor.

 

Alternativas al cachete:

 

  • Analiza la situación objetivamente (es muy tarde y debe estar cansado, lleva zapatillas nuevas pero es un niño y tiene que jugar, la leche ¿se le ha caído accidentalmente o la ha tirado? …)

Empatizar con nuestros hijos es clave para actuar de la manera más adecuada en cada situación. Antes de actuar, ponte en su lugar y evalúa la situación desde su punto de vista.

  • El diálogo como forma de solucionar los problemas. Sé que estarás pensando que hay situaciones en las que los niños están muy alterados e incluso fuera de control y en esos momentos es imposible hablar con ellos. Estás en lo cierto. Cuando los niños están tan nerviosos (y nosotros también, dicho sea de paso) no son capaces de razonar. En otro post hablaremos sobre esto detenidamente, pero lo que se debe hacer en esos casos es  hablarles con calma, a su altura, comentarles que vemos que están muy nerviosos e incluso contarles que también nos están alterando a nosotros. Abrazarles (aunque en esos momentos nos cueste) o cogerlos y retirarlos de la situación que los mantiene en ese estado. Sólo cuando estén calmados podrán entender lo que quieres explicarles.
  • Explícales cómo te sientes tú. Los niños pequeños no tienen capacidad de ponerse en el lugar de los demás, pero podemos ayudarles si les explicamos cómo nos hacen sentir algunos de sus comportamientos (Importantísimo hacer esto también cuando nos hacen sentir contentos y orgullosos).
  • Informarse y pedir ayuda: Ya he comentado que el hecho de dar un cachete a un hijo responde a una falta de control por parte de quien lo da y a la falta de estrategias educativas más eficaces. A día de hoy hay muchos libros que pueden ayudarte en este sentido. Uno de mis favoritos para el tema que  abordamos hoy es “Disciplina sin lagrimas”, de Daniel J.Siegel y Tina Payne Brison.  Muy, muy recomendable.

 

Hasta aquí el post de hoy, espero que te pueda resultar útil. Si tienes alguna duda déjamela en comentarios y estaré encantada de ayudarte.

¡Feliz martes!

 

 

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