Las relaciones de pareja cambian con el tiempo y si tenemos hijos el proceso se acelera estrepitosamente. Sin embargo, no hay porqué temer el cambio, sólo es importante saber gestionarlo. Hoy te cuento cinco cosas que puedes hacer para cuidar tu relación de pareja.
¿Por qué cambian las relaciones de pareja cuando tenemos hijos?
No voy a desvelar nada asombroso y lo voy a resumir en tres puntos muy básicos:
Matemática pura: 2+1=3
Cuando somos dos, centrarse en cuidar la pareja y además tener tiempo para cada uno de manera independiente no resulta muy complicado. Cuando entra en juego esa tercera personita que pone nuestra vida patas arriba… la cosa se complica un poco.
Adaptarnos a este cambio en lugar de luchar contra él será el primer paso para poder buscar soluciones y no quedarnos atrapados en las lamentaciones.
Conocerse en un nuevo rol.
Las relaciones cambian porque las personas cambiamos también. Crecemos, maduramos o nos interesan cosas diferentes. Seguro que ahora no eres la misma persona que cuando tenías veinte años, ni lo serás cuando tengas cincuenta.
Con el nacimiento de los hijos no sólo cambiamos como personas sino que añadimos un nuevo rol a nuestra colección. Ahora también somos papá o mamá. Y aunque no debemos olvidarnos de la persona que éramos, vamos a pasar una temporada muy larga metidos casi por completo en ese nuevo papel.
Toca conocer a nuestra pareja en esa nueva faceta de padre o madre, con los cambios que eso implica.
Solemos centrarnos en los cambios negativos que se producen en la pareja, cuando el éxito de una relación vendrá dado en gran medida por la aceptación de esas diferencias y por ser cómplices en ese cambio.
Lidiar con las expectativas
Antes de tener hijos seguro que fantaseabais sobre cómo sería el otro como padre y cómo lograríais mantener la relación de siempre.
Si ya habéis aumentado la familia te habrás dado cuenta de que muchas de las cosas que imaginabas son completamente distintas a la realidad. Que lo de “dormir como un bebé” era un engaño porque los bebés se despiertan por la noche o que el deseado “momento sofá” puede verse interrumpido infinidad de veces o directamente os lo saltáis con tal de poder dormir una horita más. Tendríais también una idea de cómo sería vuestra pareja como padre o madre, de lo que se implicaría en los cuidados del bebé, lo que jugaría con él…y puede que la realidad sea muy distinta a lo que habías imaginado.
Aceptar que la realidad puede ser muy diferente a lo que esperábamos es duro, pero necesario y muy importante para la relación de pareja.
Cinco consejos para “conectar de nuevo”
1. Comunicación fluída
La comunicación es la clave de cualquier relación. Todas las parejas discuten (y las que no tienen hijos también) pero la cosa se complica cuando no descansamos bien, no tenemos tiempo para nosotros mismos ni para hacer las cosas que nos gustaban antes de ser padres.
La clave para mejorar la comunicación en estas circunstancias consiste en:
- Escuchar de manera activa, no defensiva. Es decir, atender lo que la otra persona nos cuenta sin sentirnos atacados. Recoger la información como una explicación de lo que necesita, no como un ataque a lo que tu haces (o no haces). Así será más fácil buscar juntos soluciones y lograr la colaboración del otro.
- Comunicar cómo nos sentimos, no atacar. Se que es muy difícil no dejarnos llevar por las emociones y el agotamiento que supone la crianza de los hijos, pero el cambio es tan grande cuando logras comunicarte así, que merece la pena intentarlo. Prueba a utilizar “cariño ¿podrías ir tú esta noche si se despiertan los niños? me he levantado tres veces hoy y necesito dormir” en lugar de “Me he tenido que levantar tres veces esta noche y tú durmiendo tan tranquilo! Está noche vas tú”
2. Ajustar nuestras expectativas a la realidad
Después de la comunicación es el paso más importante. Ajustar lo que esperamos de la otra persona a lo que ésta puede o quiere dar. Comprobar qué parte de nuestro descontento puede estar influido por la idea que teníamos de cómo serían las cosas o por la realidad. Esto nos ayudará a ser más pacientes y más respetuosos con la otra persona y sus necesidades, y también a comunicar mejor las nuestras.
3. Tiempo en familia, en pareja y en solitario
Se que si dispusierais de tiempo, la mayoría de los problemas y discusiones se terminarían, por eso mismo es importante recordarlo. Salvo que seáis de esas parejas afortunadas que cuentan con los abuelos o familia cerca o que tengáis una niñera de confianza, soy consciente de que el tiempo es vuestro recurso más escaso y que esto puede ser una fuente de conflictos importante.
Aceptar las circunstancias es el primer paso. Las cosas han cambiado y hay que buscar soluciones. El tiempo en familia es fácil de conseguir (las comidas, los fines de semana, la hora del cuento…). El tiempo en solitario será cuestión de negociación y de cuadrar agendas.
El más complicado será el tiempo en pareja ya que es difícil que pueda parecerse al que teníamos antes de ser padres y eso puede ser muy frustrante. Sin embargo también podéis tomarlo como un reto, buscar nuevas cosas que os gusten y que sean compatibles con vuestra situación actual. Quizá ya no podéis salir a cenar pero podéis tomar un café rápido antes de recoger a los niños en el cole o fijar un día a la semana en el que aunque perdáis algo de sueño, cenaréis de forma especial cuando los niños se duerman.
4. Centrarnos en las cosas positivas que tiene el otro
Es muy fácil que cuando estamos cansados, estresados, tenemos más discusiones que antes y no tenemos tiempo de hacer las cosas que nos gustaban, vayamos centrándonos cada día más en las cosas que nos molestan de nuestra pareja que en aquellas que nos gustan.
Intentad dedicar un rato al día (o, al menos, con frecuencia) a pensar algo positivo del otro, algo que os gusta, algo que haya hecho ese día que os haya ayudado… y si además de eso, se lo decís, beneficio doble.
Entiendo que puede resultar algo un poco forzado, pero a veces necesitamos ese empujón para salir del bucle en el que estamos metidos.
5. Los detalles han cambiado
En ocasiones es probable que tengamos en cuenta los detalles que antes gustaban a nuestra pareja y ante la imposibilidad de hacerlos, optemos por no hacer nada. Puede que ahora no podamos sacar entradas para un concierto de su grupo favorito por sorpresa o comprarle algo porque la economía familiar también ha cambiado o simplemente porque ya no utiliza esas cosas o sus gustos no son los mismos. Toca estar como al principio de la relación, atento a las necesidades y las circunstancias actuales y los nuevos gustos. ¡¡¡A ver que madre no prefiere una semana durmiendo del tirón a un ramo de flores!!!
Hasta aquí el post de hoy, os animo a tener presente lo que os he contado y poneros a practicar desde hoy mismo. Como siempre, ¡cualquier duda será bien recibida!