Todos sabemos la importancia de tener una buena autoestima y queremos que nuestros hijos la tengan. Intentamos fomentarla como mejor sabemos y, sin embargo, hay algunos errores muy comunes que solemos cometer que consiguen el efecto opuesto. Hoy te los cuento y hablamos de cómo podemos evitarlos.
La autoestima es la valoración que hacemos sobre nosotros mismos. Comienza a formarse en la infancia. Los niños van construyendo su autoconcepto en base a los que nosotros decimos sobre ellos y a la manera en la que les tratamos. Conforme van creciendo, irán incorporando sus propias experiencias con el entorno y elaborando sus propios juicios. Sin embargo, la huella que dejamos en sus primeros años es tan importante que las valoraciones que hagan sobre sí mismos estarán enormemente influenciadas por lo que hayan aprendido desde pequeñitos.
CUATRO ERRORES FRECUENTES QUE DEBEMOS EVITAR
1. Los halagos:
Siempre hemos oído lo importante que es reforzar los logros de nuestros hijos, sus acciones positivas para que se repitan, o decirles lo bien que lo han hecho… y en parte es así, pero hay que tener cuidado.
Cuando elogiamos permanentemente a los niños, les felicitamos por cada una de las cosas que hacen, podemos conseguir algo que no buscamos, que se vuelvan dependientes de la aprobación de los demás.
Si halagamos permanentemente a los niños conseguiremos que hagan las cosas por contentar a los demás, por lograr el reconocimiento externo, perdiendo así el placer de hacer las cosas por si mismos y de desarrollar mecanismos para lograr su propia satisfacción.
¿Entonces no debo felicitarle?
Claro que debemos felicitarles, pero con medida. Llega un punto cuando somos padres en el que las palabras “muy bien”, “muy bonito”, “lo has hecho genial”, “te has portado muy bien”… nos salen de manera casi automática. No quiere decir que nunca debamos decirles que nos encanta un dibujo que han hecho, entre otras cosas porque no conseguiríamos evitarlo, pero tenemos que intentar (y cuesta al principio) evitar los halagos y pasar a alentar, animar y reconocer sus esfuerzos:
- Valora sus esfuerzos y no tanto los resultados: “Debes sentirte muy orgulloso ¿no?”, “¡Fíjate, has conseguido hacerlo tú solo y antes no podías!” “Estarás muy contento con todo lo que te has esforzado ¿verdad?”, “
- Evita los juicios: En lugar de ser tu el que valore su trabajo, intenta que lo hagan ellos En lugar de decir “¡Qué bonito!”, podemos decir “¡cuántos detalles le has puesto al dibujo!”.
- Utiliza tus expresiones en lugar de palabras. Aunque cueste evitar ese “qué bonito”, o “qué bien” siempre podemos poner una sonrisa enorme, levantar un pulgar, dar un abrazo o chocar los cinco.
2. Evitar su frustración:
Todos en algún momento nos hemos sentido frustrados. Sin embargo muchas veces anulamos la posibilidad de que nuestros hijos se sientan así para evitar que se pongan tristes, se enfaden o que su autoestima se vea afectada si “falla” en algo. Sin embargo,
“Una persona con buena autoestima es aquella que puede tolerar cierto grado de frustración sin pensar que es un desastre y que jamás podrá lograr una meta si ha surgido algún contratiempo. Sabe que a veces se consigue y otras no, y eso no le hace más o menos valioso”.
Los niños pueden y deben tolerar cierta frustración, deben aprender a perder en un juego, pueden aceptar que un trabajo no les haya salido bien o que la torre de construcciones se venga abajo tres veces antes de conseguir que se mantenga en pie. De este modo, aprenden que las cosas no siempre salen como uno espera y que no por ello lo han hecho mal. De esa sensación de frustración se puede salir reforzado cuando tienes el convencimiento de que puedes volver a intentarlo.
3. Corregirles permanentemente:
¿Cuántas veces al día corregimos a los niños? “Esto no es así”, “Eso se pone allí”, “Esto se hace así”, “Así no”… Suena agobiante ¿verdad?. ¿No sería más lógico dejar que hagan las cosas y animarles a que sean ellos los que hagan su propia valoración? Los niños deben equivocarse para aprender y, por tanto, deben comprender que cometer un error no es malo. Pero si cada vez que se equivocan estamos nosotros detrás señalándoles e incluso hablándoles mal…. será muy difícil que vean los errores como algo habitual y necesario para crecer.
“En lugar de señalar errores, invita a la reflexión… ¿Tu cómo lo ves? ¿Y cómo lo podrías mejorar? ¿Y que solución podemos encontrar?…”
4. Los mensajes negativos sobre nosotros mismos:
Nos deshacemos en halagos para los niños, les animamos, les decimos lo bien que lo hacen y…con nosotros mismos ¿Qué hacemos? ¿Cuántas veces hablas bien de ti mismo o te reconoces un mérito delante de los niños? Esos mensajes en el espejo de “Uf, vaya cara tengo hoy”, “Tengo que ponerme a dieta porque he engordado”, “Soy un desastre, se me han olvidado las llaves…” van calando en nuestros niños, les enseñan que es válido “machacarse” a uno mismo e invalidan nuestros intentos de fomentar su autoestima ya que, como todos sabemos, los niños aprenden más de lo que hacemos que de lo que decimos…
A partir de ahora, intenta evitar esos mensajes negativos hacia tí mismo y en lugar de eso proponte verbalizar las cosas positivas que haces “¡Qué bueno me ha salido este bizcocho!” “¡Hoy me ha cundido un montón el día!” “¡Me veo muy bien con esta camiseta!”.
Hasta aquí el post de hoy. Seguro que si has llegado hasta aquí te has dado cuenta de que, como casi todos, cometes alguno de los errores que te cuento. No te preocupes ni te agobies. Lo que intentamos enseñar a los niños, también debemos aplicarlo para nosotros así que, toma esos errores como forma de aprender, y comienza a practicar las alternativas que te propongo.
Si quieres profundizar en el tema porque es algo que te preocupa o no sabes muy bien cómo ir incorporando estos cambios en casa, ya sabes que puedes contactar conmigo a través del formulario de contacto de la página web y estaré encantada de ayudarte.