Poner límites a nuestros hijos es una de nuestras misiones como padres y no siempre es tarea fácil. “¿Soy demasiado estricto?”, “No consigo que me haga caso en nada”, “Le digo las cosas y es como si no me oyera” “Hasta que no grito, no consigo nada”… Si te suena lo que lees, no desesperes. Hoy te explico las claves para poner límites a nuestros hijos de manera eficaz, sin dramas y fortaleciendo nuestra relación con ellos.
¿En qué consiste poner límites?
Se trata de fijar unas normas y conseguir que se respeten (Ya te conté algunas cosas sobre esto aquí). Y también en entender algunas cuestiones importantes:
- Los límites dan seguridad a los niños y refuerzan su vínculo con nosotros ya que les muestra que son papá y mamá los que les guían y acompañan. De ahí que deban aplicarse desde que los niños son chiquititos. Así, crecen con ellos y forman parte de sus rutinas.
- No es lo mismo ser un padre autoritario que un padre que pone límites.
- Se pueden poner límites de manera firme pero afectuosa, de hecho, es la forma más efectiva de hacerlo.
- Hay limites que deben cumplirse siempre y otros en los que podemos y debemos ser flexibles.
- Poner límites no es enfadarse, gritar o castigar. Es disponer de otros recursos para que las normas se cumplan, porque se puede decir NO con cariño y sin enfados.
Las claves para aplicar límites con éxito son:
Cariño:
Porque se puede optar por un “Vístete ya, que siempre llegamos tarde por tu culpa” que solo dañará la autoestima de nuestros hijos con ese “tu culpa“. O un “Venga, vamos a vestirnos o llegaremos tarde“. Ya se que ahora estarás pensando que esa segunda forma de decirlo no funciona, pero la primera tampoco. El éxito estará en los recursos alternativos que podamos encontrar como adultos para lograr fijar los límites:
- Juegos. Si, se pueden utilizar juegos para establecer límites. Si es la hora de vestirse y hay un tiempo para ello puedes hacerte con un reloj y hacer una carrera “tenemos este tiempo, hasta que la aguja del reloj llegue aquí. A ver quien termina primero” Poner una canción y decir “Hoy nos vestimos bailando, a ver si conseguimos estar listos cuando termine la canción“.
- Tratos, no chantajes. Por ejemplo, si se eterniza cenando para retrasar el momento de irse a la cama, se puede fijar una hora en la cual se deba terminar la cena y de ese modo dejar tiempo para contar dos cuentos en lugar de uno. Si ese tiempo se agota, habrá un solo cuento. Otro clásico es el uso de tablets o videojuegos. Puedes decir que sólo se usen los fines de semana y un tiempo determinado, y que sea él el que elija el momento.
- Tablas de rutinas. Un momento crítico en el día a día de muchos padres es la llegada de las 19.30 aproximadamente. Ven esa hora en el reloj y tiene la sensación de los lunes por la mañana, habitación o salón (o los dos) llenos de juguetes por ordenar, baños, cenas, dientes, cuentos…. Sé el reto que supone hacer todo eso sin discusiones y gritos. Podéis dibujar juntos unas escenas de las diferentes rutinas a realizar y las horas más habituales, de manera que son los dibujos los que marcan el ritmo, no tú (y eso ya relajará bastante las cosas).
Firmeza:
No es cuestión de gritar o imponer. La firmeza la transmitimos con nuestro tono de voz o nuestras frases, (mi hijo sabe perfectamente que cuando digo “NO” es no y cuando digo “ya veremos“, no implica que sea un si pero al menos hay opción de negociar) y uso el mismo cariño al decirlo. Como a todos los niños, el “No” no siempre es aceptado de buen grado y también tenemos nuestras “peleas”, pero tiene claro que es “No“.
Y es que, que un límite esté bien marcado, no implica que los niños vayan a aceptarlo sin más. Va a haber enfados por su parte, van a intentar saltárselos, van a retarnos… y eso es sano.
Un niño “robot” debería preocuparnos. Lo importante aquí es mantener los límites sin perder el control, sin enfadarnos o ponernos agresivos (ni verbal ni mucho menos físicamente).
Razonamiento:
“Porque lo digo yo” versus “Porque es lo mejor para tí, porque en esta situación se debe hacer así, porque llegamos tarde, porque es bueno para tu salud…” En el momento no va a evitar el enfado pero le enseña el porqué de algunas decisiones, de manera que el día de mañana sabrá elegir.
“¿Por qué no puedo comer chuches? Porque son malas para los dientes, porque tienen un montón de azúcar y no es bueno para tu cuerpo, porque te puedes comer otras cosas que están muy ricas también…” Llevará más tiempo que lo entiendan, no lo aceptarán igual que un “porque lo digo yo“, pero queremos que nuestros hijos se conviertan en adultos con capacidad de elegir, de hacer razonamientos críticos… ¿Cómo van a lograrlo si les damos ordenes para que obedezcan sin explicarles el porqué de las cosas?
Los niños pueden preguntar hasta la saciedad, pero invertir tiempo y esfuerzo en darles respuestas autenticas, adaptadas a su edad… es invertir en que pueda ser un adulto capaz de sopesar alternativas y tomar buenas decisiones.
Consistencia:
De poco sirve establecer unas normas que nosotros mismos incumplimos o que modificamos en función de nuestro propio interés. Por ejemplo:
- Si en la mesa no se utilizan los móviles, nadie los utiliza, papá o mamá tampoco. (y si es algo urgente, se explica y se pide perdón por incumplir la norma).
- Un clásico en las comidas fuera de casa. “En un restaurante hay que portarse bien, no podemos levantarnos, gritar o jugar“. El niño, aburrido de estar sentado dos horas en la mesa, comienza a estar inquieto, necesita moverse y allá va la frase “Si no te portas bien nos vamos“. Esto no es poner un límite, sino una amenaza, su contenido es poco razonable (¿qué le importará al niño irse del restaurante si está harto de estar allí…?) y, sinceramente, ¿Vamos a dejar nuestra comida a medias?
Flexibilidad
Hay ciertos límites en los que es bueno ser flexibles, poder romperlos de vez en cuando. Esto permite a los niños tener cierto grado de control y capacidad de decisión sobre lo que hacen y a la vez les enseña que la rigidez no siempre es el mejor camino, y que hay ocasiones en las que puede ser beneficioso salirse de los establecido.
- Puedes tener la norma de que los dibujos solo se ven los fines de semana, pero puede ser un plan especial ver una peli entre semana si estáis agotados, tienes un mal día y sabes que la tarde va a ser un caos.
- Puede que comer alguna chuche en los cumpleaños pueda ser comprensible aunque no te guste mucho que las tome.
- O quizá podemos ayudarles un poco a recoger su habitación si se ha hecho tarde y están agotados.
¿Quieres verlo en la práctica?
Si quieres ver algunos ejemplos concretos de cómo poner límites siguiendo las claves que acabas de leer, pásate por el blog de @mamaporsorpresa, con la que hace unos días trabajé sobre este tema y algunos otros que también trataremos en el blog en las próximas semanas.
Seguro que te sientes muy identificado con todas las cuestiones que me planteó.