Puede parecer que las preocupaciones son sólo cosa de adultos pero nada más lejos de la realidad. Los niños también se preocupan pero no saben expresarlo de la misma manera en la que lo hacemos los adultos.
¿Has notado que tu hijo duerme peor? ¿Quizá esta un poco triste sin razón aparente? ¿Se comporta de un modo diferente al habitual? ¿Se muestra más arisco o irritable con vosotros? Estos pueden ser algunos de los síntomas que escondan una preocupación en los pequeños de la casa que, todavía no son capaces de diferenciar exactamente qué están sintiendo y decirnos verbalmente “Estoy preocupado”.
El cuento que te muestro hoy, puede dar pie a que los niños aprendan a diferenciar la sensación de estar preocupados y a compartirlo contigo.
La preocupación de Lucía
Es un cuento de Tom Percival, y la editorial SM, puedes verlo aquí.
Lucía se siente extraña, está triste, cada día más apagada y sin ganas de jugar. Una preocupación le acompaña a todas partes, en forma de nube, haciéndose cada vez más y más grande. Un buen día, se encontrará con otro niño en la misma situación y juntos descubrirán que la mejor manera de acabar con las preocupaciones es compartirlas con alguien.
¿Cómo puede ayudarnos este cuento?
Con este libro conseguimos tres objetivos fundamentales para abordar las preocupaciones de los niños pequeños:
- Que los niños puedan aprender qué les ocurre cuando están preocupados. Que pueden sentirse más tristes, más nerviosos o enfadados aunque no sepan por qué.
- Que entiendan que hablando de ello, bien con un amigo o con papá y mamá, se sentirán mejor.
- Nos da un marco para el diálogo con nuestros hijos.
¿Cómo utilizar este cuento?
- Buscando un momento tranquilo, en el que tengáis tiempo para leer y charlar con calma. Muchas veces desaprovechamos el potencial de los cuentos por leerlos a prisa y corriendo antes de dormir. Es importante buscar un hueco por la tarde o acostarse un poquito antes para tener un rato especial en el que poder hablar.
- Estableciendo paralelismos con la realidad de nuestros hijos de manera sutil. Por ejemplo “Mira, a Lucía le encanta columpiarse, como a ti” “de repente esta un poco triste, a ti también te noto un poco triste últimamente…”.
Es importante no insistir y si vemos que nuestros hijos no reaccionan bien o se muestran reacios a hablar, continuar con la lectura del cuento sin añadir nada más. Quizá se sientan identificados con la historia pero no les apetezca compartirlo.
- Haciendo preguntas sobre los personajes y sus emociones, esto puede ayudarles a reflexionar sobre las suyas propias de manera indirecta. Por ejemplo “¿Qué crees que puede pasarle a Lucía?” “¿Por qué estará tan triste?”.
- Aprovechando oportunidades con respeto y sin presionar. “¡Anda!, Lucía ha descubierto que hablando con alguien se siente mejor… cuando lo necesites, ¿sabes que puedes contarme lo que te preocupe e intentaré ayudarte verdad?” “Uy, a mi en el trabajo el otro día me pasó algo parecido, estaba preocupada porque me salió una cosa mal y al contárselo a una compañera me sentí mucho mejor…”
Te aconsejo también que eches un vistazo a este post que escribí hace tiempo “Mi hijo no me cuenta nada”. En ocasiones puede parecernos complicado pero establecer unas buenas bases de comunicación en casa es una gran ayuda.